30 de octubre de 2010

El otro día pensé...

Y pensar que tantos años de amistad, de momentos vividos juntos se pueden esfumar en tan poco tiempo...
Un día estábamos tan tranquilos hablando de nuestra vida y de todas esas cosas extrañas, pero divertidas que le pasan a la gente, y una semana después, caminando por la calle, miramos hacia otro lado, para fingir que no nos hemos visto.
Tantos años de recuerdos, de risas se evaporaron como una gota de agua al sol, pero yo sigo pensando en el por qué.
De pequeños eramos inseparables, uña y carne, se podría decir que eras como la voz de mi conciencia, como mi Pepito Grillo de carne y hueso.
Cuidábamos mutuamente el uno del otro, aunque seguramente tú me cuidabas mucho más a mi, que era al que más falta le hacía, jajaja.
Pero un día todo se torció, y creeme que no sé el por qué, porque sabes que si lo supiera removería cielo y tierra para solucionarlo y que nuestra amistad volviese a ser como antes, volviésemos a reírnos juntos e irnos de fiestuki por ahí.
Sé que aunque llegases a leer esto nunca te darías por aludido, así que doy por hecho que esto lo he escrito para desahogarme a mi mismo.
Tiene gracia, aunque intente enfadarme contigo por haberme hecho daño, no puedo. Debe ser que aunque la gente intente crearse una coraza para ocultar sus sentimientos, nunca podrá olvidar lo que realmente siente...

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