Todos
nos sentimos a veces fuera de lugar, como si no supiéramos por
qué estamos donde
estamos y con quien estamos. Olvidamos el motivo por el que decidimos
hacer lo que hicimos y no conseguimos acordarnos de él.
Es
algo que nos ha pasado a todos, que muy pocos han sabido explicarse y
que de los que han conseguido hacerlo la mayoría no se han
convencido totalmente.
Todos
comentemos errores, es parte de nuestra naturaleza, ¿pero por qué no
nos damos cuenta de ellos en el momento de hacerlo?
Es
porque las personas estamos en cambio constante, lo que nos gusta
un día no tiene por qué gustarnos
el siguiente, y de lo que estábamos convencidos ayer puede
que nos arrepintamos mañana.
Y así de
complicados somos, nunca conseguiremos entendernos. Hay quien dice
que la gente no cambia, ¿pero si
no cambiásemos cómo explicaríamos esto?
Puede
ser que la gente no cambie, que solo encuentre partes de sí misma
que antes desconocía. Puede que a veces sin darnos cuenta
actuemos de una forma solo para gustar más
a los demás y sentirnos
maas cómodos con ellos.
No
podemos estar seguros de nada al cien por cien, siempre hay
excepciones, aunque sean las que confirmen la regla.
Lo único que
sabemos es que si no nos gusta algo lo podemos cambiar, que para
encontrar un camino nuevo solo tenemos que dar la vuelta y mirar
qué encontramos.
Aunque hay que tener cuidado, pues a veces a lo que te enfrentas es
un callejón sin salida.
Así que cuando
no estemos conformes con lo que estamos viviendo no tenemos más
que levantarnos y marchar, dar la espalda a todo y buscar un lugar en
el mundo en el que nos sintamos realmente bien, sin esperar a que nos
llegue una señal o a que nos den permiso, ¿acaso pides permiso para
cerrar un libro cuando no te gusta, o cambiar de canal si
la programación te aburre? Somos nosotros quienes hemos
de decidir qué hacer, cómo y
con quién. Nadie puede
elegir tu camino, solo
tú...
No hay comentarios:
Publicar un comentario